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zarraclaca On Tuesday, September 13, 2005

Ningún nombre del santoral cristiano evoca con tanta fuerza nuestra conexión con las antiguas culturas, y dioses de ritos milenarios como Juan el Bautisa, que ocupó el lugar del sol, de los cultos precristianos porque fue imposible erradicar las ancestrales celebraciones solares.
Solsticio de verano, -el día más largo, la noche más corta-, el sol parace detenerse, según los antiguos esto era una señal de los dioses. Fogatas y ritos de fuego y agua de toda clase celebran el solsticio aun hoy día en todo el mundo.
Pocos municipios tienen su templo mayor dedicado a San Juan, la mayoría de los de nuestro entorno son consagrados a Santa María, pero además muy escasos son los dedicados explícitamente a “la degollación de San Juan Buatista”, como es el caso de Marchena. ¿Porqué San Juan?.
Marchena fue entregada en el siglo XII a los cruzados de San Juan para repoblarla. Juan III Señor de Marchena, fue ajusticiado en 1367, por Pedro I El Cruel tras la batalla de Nájera por su apoyo a los Trastámara. Juan II 1448-1471, fue padre de Don Rodrigo, quien costeó el altar mayor.
De esta época data la capilla bautismal, ubicada bajo la torre, de finales del siglo XIII, según Ravé, -con bellos y arcaicos capiteles de decoración vegetal y puntas de diamante-. Bajo este espacio existe un antiguo aljibe, probablemente árabe. Las puertas mudejáricas -puerta Norte y puerta del Perdón- nos hablan de la pervivencia de costumbres y artesanos árabes.
El conjunto es un recorrido por lo mejor de la tradición artística andaluza. De una majestuosa sencillez mudéjar, en el siglo XV se amplió el edificio con las donaciones económicas de Don Rodrigo. El conjunto del edifico se volvió a ampliar en torno a 1550, cronología confirmada por las cerámicas utilizadas para el relleno de las bóvedas de arista. La construcción de las naves laterales unió el espacio de las antiguas capillas funerarias, con arcos apuntados y originales pilares ochavados. La torre viene a desmotrarnos como el edificio se fue haciendo poco a poco, aprovechando elementos anteriores. A Hernán Ruiz se atribuye la simplicidad geométrica de su diseño y la combinación de cerámica y ladrillo.
El altar mayor, inspirado en el de la catedral hispalense es obra de Alejo y Jorge Fernández (1521-1533), contiene pinturas y esculturas. Obra maestra resulta la cabeza de San Juan en alabastro, de escuela lombarda del siglo XVI, que estuvo colocada originalmente en la galería principal del palacio ducal entre las mejores obras de arte. Las bolsa con monedas de Judas están en el primer plano del relieve de la santa cena de otro maestro sevillano Roque Balduque del retablo del Sagrario.
La rica armadura de par y nudillo, con decoración de mocárabes y almizates sigue la tradición mudéjar, muy presente en las iglesias marcheneras.
La actual pila bautismal es del XVI y está justo enfrente de la primitiva capilla, a los pies del templo. Un espacio presidido por un hermoso lienzo procedente del palacio ducal y obra del pintor portugués Vasco Pereira, contemporáneo de Velázquez.
La iglesia conserva dos Inmaculadas, una de Alonso Cano, maestro granadino del XVII, y su alumno Pedro de Mena. Cano preferia rostros ovalados de ojos rasgados y boca pequeña. Esta iglesia conserva la obra póstuma de Mena, una Inmaculada de gran tamaño también procedente del Palacio Ducal. También destaca el Cristo de los Peligros, del coautor del altar mayor Jorge Fernandez
De los Zurbaranes destacan la Virgen y el Cristo (1635). Los tonos grises y la escasa iluminación del crucificado, con el leve toque de color de la sangre roja y el blanco del paño de pureza, contrasta con la dorada, serena y alegre luz de la Inmaculada. Santiago muestra la influencia de Rubens.
Francisco Alfaro trajo a través de su custodia (1581) el Renacimiento a Andalucía, cobró 1.793.000 maravedíes. En ella late Vasari, Juan de Herrera o Miguel Angel, creando un modelo luego repetido en Carmona y Ecija. El resto del tesoro se compone de 87 piezas de oro y plata de los siglos XVI al XIX. También hay que destacar el trabajo en bordado.
El esplendor del palacio tuvo su reflejo también en San Juan. Maestros como Cristóbal de Morales o Juan Navarro fueron maestros de la capilla musical del palacio y la iglesia. También destaca una importante colección de libros de coro, desde el la etapa mudéjar hasta la barroca, varios de ellos del maestro Francisco Sánchez.
El marchenero Juan Navarro fue maestro de capilla en Avila, y en Salamanca. Fue maestro de Tomás Luis de Victoria. Morales el mejor polifonista de la escuela andaluza estuvo en la Capilla Papal de Roma (1535).
El mayor tesoro musical de San Juan está en sus dos órganos históricos, únicos en su estilo principal atractico de la academia de órgano que abre sus puertas cada septiembre. Gerhard Grenzing, uno de los mejores organeros del mundo calificó el instrumento construído por 1802 por Francisco Rodriguez para San Juan como “único en el mundo” por que conserva registros, ya perdidos. Se completa con el otro instrumento construido por Juan de Echevarría en 1765. Los mejores instrumentistas de organo europeo han pasado por San Juan.
El legado musical se completa con la sillería del coro (1717),obra de Juan de Valencia y Jerónimo de Balbás célebre por su trabajo en la catedral de ciudad de Méjico, destacando el sillón presidencial policromado y dedicado a la Virgen, el resto de los sitiales está dedicado a un santo al igual que el facistol para sostener grandes libros corales, que está rematado por la figura de San Juan. El coro se cierra con una artística reja de los maestros marcheneros Juan y Cristobal de los Ríos. Las yeserías del trascoro es obra de Alonso Moreno, entre otros maestros, que trabajó en la fachada de San Agustín.